Historias y Cuentos

Historia del hombre, del arte. Narrativa: cuentos y leyendas. Curiosidades. Esta es tú página.

17.12.04

Las cruzadas (III).

Las cruzadas absorbieron el excesivo brío militar de la caballería occidental y, en consecuencia, favorecieron la tranquilidad interna en los distintos países. Occidente se enriqueció de un modo considerable, en gran parte por el impulso dado al comercio marítimo. El tráfico entre ambas riberas del Mediterráneo aumentó las reservas de metales preciosos en las ciudades de la cuenca occidental y esta acumulación de riquezas compensó favorablemente la inferioridad de los países cristianos del mediterráneo en el dominio de la producción agrícola, en particular cerealística. A mediados del siglo XII, la situación económica de los países de Europa occidental había cambiado totalmente con respecto al Oriente bizantino. Los mercaderes italianos, catalanes y provenzales, tenían en sus manos casi todo el comercio de las vertientes asiática y africana del Mediterráneo. Como el proceso de la Reconquista en España, los cruzados hicieron posible el enriquecimiento cultural de la sociedad cristiana de Occidente por el contacto con el mundo clásico a través del Islam.
La Gran Cruzada –la primera– consolidó la situación territorial del Imperio bizantino en el Próximo Oriente; pero los contactos más estrechos con los occidentales introdujeron en la vida de Bizancio nuevos motivos de perturbaciones. La Iglesia griega vio disminuir su influencia en las comunidades cristianas de Siria y Palestina donde predominaba la de Roma. El cisma subsistió y las continuas fricciones entre griegos y latinos hicieron cada día más difícil las tentativas de reconciliación. El reino de Jerusalén durante el siglo de su existencia, quedó colocado bajo el vasallaje de la Santa Sede; pero este nuevo paso hacia la unidad del mundo cristiano bajo la autoridad pontificia no dio los resultados decisivos que se abrigaban en Roma. Los principales beneficiados de las cruzadas fueron los puertos y ciudades italianas, que crearon factorías en el Oriente latino para el comercio con el mundo asiático. Como ya se ha apuntado, toda la actividad económica de Europa se benefició de ello.
Las cruzadas hicieron que la Cristiandad occidental adquiriese una conciencia más clara de su unidad, al menos entre los medios sociales más importantes, clérigos y caballeros. El hecho de que tantos caballeros combatieran al servicio de un ideal religioso hizo que en su concepción del mundo adquirieran gran importancia el desinterés y la generosidad. Muchos encontraron la muerte en las lejanas tierras de Oriente y ya se ha dicho que ello purgó a Europa, en plena fase de resurgimiento, de elementos violentos e indisciplinados. La paz pública resultó beneficiada y, con ella, la solidez interna de los distintos Estados.
Las cruzadas, en definitiva, favorecieron los contactos humanos entre Oriente y Occidente, y no fueron solo los bienes de consumo los que se intercambiaron, sino también las ideas. Las relaciones entre mentalidades muy distintas dieron ocasión para un mejor conocimiento de los respectivos principios religiosos y morales de cristianos, judíos y musulmanes, a la vez que proporcionaron las bases para el trasvase cultural de conocimientos a través de constantes traducciones e interpretaciones de saberes ajenos e incluso clásicos. Un enriquecimiento mutuo, en el campo del pensamiento, fue la consecuencia natural de estos contactos, que no siempre fueron, ni mucho menos sangrientos. Prueba de ello lo confirma el hecho de que muchos occidentales, afincados en Oriente, se hubiesen orientalizado hasta el punto de olvidar su patria y lengua de origen.

29.11.04

Las cruzadas (II).

1074. Gregorio VII concibe un plan de ayuda a los cristianos orientales en el que él mismo se pondría a la cabeza de un ejército de caballeros en calidad de "dux et pontifex". Junto con la liberación del Santo Sepulcro y de los territorios ocupados por los selyúcidas, su objetivo es lograr la unión de las iglesias griega y romana. Tras el establecimiento del sultanato selyúcida de Rum en Asia Menor, Constantinopla se ve amenazada.
1095. El emperador bizantino Alejo I Comneno envía una embajada al papa Urbano II, en el Sínodo de Piacenza, solicitando su auxilio. El 26 de Noviembre se celebra el Concilio de Clermont. Urbano II gana para su causa a los caballeros y príncipes occidentales con un famoso discurso a favor de la cruzada, en el que afirma:” Quienes lucharon antes en guerras privadas entre fieles, que combatan ahora contra los infieles y alcancen la victoria en una guerra que ya debía haber comenzado; que quienes hasta hoy fueron bandidos, se hagan soldados; que los que antes combatieron a sus hermanos, luchen contra los bárbaros”. Dos corrientes espirituales confluyen en los cruzados:
* La idea de la peregrinación a Tierra Santa. Las peregrinaciones que se llevaban a cabo como viajes meritorios desde los primeros tiempos de la Iglesia y toman incremento en el siglo XI (consecuencia de la profundidad de la piedad cristiana) tropiezan ahora con la creciente hostilidad de los seljúcidas.
*La idea de una “guerra santa” contra los infieles. Jerusalén no constituye el único objetivo para los caballeros occidentales; luchan también contra el Islam y contra los vendos.
1096. Pedro de Amiens, ermitaño y predicador popular, exalta en ciudades y pueblos los ánimos de la masa campesina, para lo cual combatir en Tierra Santa es un oportunidad de liberación y aventura. La desordenada expedición que acaudilla es exterminada por los búlgaros y selyúcidas.
1097 - 1099. Empieza la I cruzada en la que no intervienen los reyes excomulgados Enrique Iv de Alemania y Felipe I de Francia. La dirigen Roberto de Normandía, Godofredo de Bouillon, Balduino de Flandes, Raimundo de Toulouse, Beomondo de Tarento y su sobrino Tancredo. Es legado papal en la cruzada Adhemar, obispo de Puy. El ejército expedicionario, de formación típicamente feudal, está integrado por unidades autónomas; sus respectivos jefes son nobles deseosos de conquistar dominios personales. Tras el afortunado asedio a Nicea y la victoria en Dorilea sobre el Sultán de Iconio, toman Antoquía a los siete meses de haber iniciado el asedio. Un ejército de socorro mandado por Kerboga, emir de Mosul, es puesto en fuga por los cruzados. Se descubre la Santa Lanza. El 15 de julio se toma Jerusalén, tras cinco semanas de asedio. Los príncipes cruzados se reparten los territorios conquistados y fundan diversos estados feudales, asignando feudos menores a sus vasallos. Godofredo de Bouillon asume el título de protector del Santo Sepulcro y forma el reino de Jerusalén.
1100. A la muerte de Godofredo de Bouillon, le sucede su hermano Balduino, que adopta el título de rey. Estados feudales menores son el principado de Antioquia y los condados de Edesa y Trípoli. Jerusalén y Antioquia se convierten en sedes patriarcales de la iglesia romana. Las constantes guerras de los príncipes normandos de Antioquia contra los bizantinos, así como las de los distintos señores feudales entre sí, contribuyen (junto a los conflictos que enfrentan a los diversos grupos étnicos de cruzados) a debilitar estos Estados y favorecen el contraataque del Islam.
1144. Reconquista de Edesa por el emir Imadeddin Zenkis de Mosul. Como reacción se producirá la II cruzada.
1147-1149. II cruzada, dirigida por el emperador Conrado III y por Luis VII de Francia, que emprenden la guerra bajo la influencia espiritual de Bernardo de Claraval. La colaboración entre las tropas germanas y francesas se ve perturbada por la alianza antibizantina de Luis VII con Roger II de Sicilia y por la contraalianza entre Miguel Comneno y su cuñado Conrado III: ambos ejércitos son derrotados, por separado en Dorilea y Laodicea. Conrado y Luis, que se encuentran en Jerusalén, deciden unificar sus fuerzas y organizan dos campañas contra Damasco y Ascalón, que fracasan.
1187. Reconquista de Jerusalén por el sultán Salahedin, tras derrotar a los cristianos en la batalla de Hattin.
1189-1190. III cruzada. Federico I Barbarroja, fiel al principio de la primacía universal del emperador, se pone a la cabeza de esta cruzada considerada como una empresa común de los Estados cristianos occidentales. Tras la brillante victoria de Iconio, el 10 de Junio del año 1190 el emperador muere al cruzar a nado el río Salef.
1191. El hijo del emperador Federico I Barbarroja, el duque Federico de Suabia, conduce una parte del ejército cruzado ante las puertas de San Juan de Acre, donde muere. La ciudad es tomada finalmente por Ricardo Corazón de León, rey de Inglaterra, y Felipe II Augusto, rey de Francia; Ricardo concierta una tregua con Saladino por la que adquiere la franja costera entre Tiro y Jaffa y logra autorización para la libre entrada de peregrinos cristianos en Jerusalén. Chipre, conquistada por él, es cedida en feudo a Guido de Lusignan.
1197. La cruzada del emperador Enrique VI se propone no solo la liberación de Tierra Santa, sino también servir a la política de los normandos de Sicilia, que intentan la conquista del Imperio Bizantino. La muerte de Enrique IV reduce el resultado de esta cruzada a la ocupación de una franja costera junto a Antioquia.

1202-1204. IV cruzada. El papa Inocencio III exhorta a los príncipes europeos a una nueva cruzada, dirigida contra Egipto. Gran parte de la nobleza francesa acude a la llamada (Bonifacio de Montferrato y Balduino de Flandes). Con el fin de que Venecia ceda las naves necesarias para el transporte de los cruzados, éstos ayudan a los venecianos en la conquista de Zara y Dalmacia. El dux Enrico Dándolo, atendiendo a los deseos del príncipe Alejo de Bizancio y a los intereses comerciales venecianos en Levante, dirige el ejército cruzado contra Bizancio: conquista de Constantinopla. Fracasan las tentativas de unión entre las iglesias griega y romana. Tras ser expulsados de la ciudad, los cruzados la reconquistan: saqueo despiadado y fundación del Imperio latino, del que es elegido emperador Balduino de Flandes. Se afirma el predominio comercial veneciano hasta que, en 1261, Miguel Paleólogo (jefe de la casa imperial griega)termina, ayudado por Génova y partiendo de Nicea, con el Imperio latino de Constantinopla, liberándose de la presencia occidental.
1212. Cruzada de los niños. Millares de adolescentes de ambos sexos, arrebatados de entusiasmo por el fervor religioso y combativo de las cruzadas, son embarcados en Marsella, desde donde los armadores los conducen a la ciudad de Alejandría y los venden como esclavos.
1228-1229. V cruzada. El emperador Federico II, excomulgado por el papa por no participar en una anterior expedición a Palestina, prepara esta cruzada. Conduce sus ejércitos hasta San Juan de Acre y, tras un tratado con el sultán de Egipto El Kamil, obtiene Jerusalén, Belén y Nazareth.
1244. Los musulmanes reconquistan Jerusalén, que ya no volverá a caer en poder de los cristianos.
1248-1254. VI cruzada. Luis IX, rey de Francia, emprende esta cruzada con el propósito de aniquilar Egipto. Toma Damieta pero es derrotado en Mansura y cae prisionero con todo el ejército. Es liberado mediante la entrega de un elevado rescate, y tras fortificar San Juan de Acre vuelve a Francia.
1270. VII cruzada. San Luis se dirige contra Túnez, país de tradición cristiana desde la época de San Agustín, para reconvenir a los habitantes de este territorio. Una epidemia de peste diezma el ejército cruzado y acaba con la vida del monarca.
1291. Los mamelucos reconquistan San Juan de Acre, último baluarte cristiano. Los cruzados evacuan Tiro, Beirut y Sidón. Chipre se mantiene bajo la casa de Lusignan hasta 1489 y el dominio de la Orden de San Juan sobre la isla de Rodas se prolonga hasta el año 1523, ya en la Era Moderna.

26.11.04

Las cruzadas (I).


La revelación de nuevos hechos y una interpretación más crítica de los documentos históricos medievales lleva a la mayoría de los historiadores a desechar la ingenua e idealista explicación de las causas que originaron las cruzadas. Estos historiadores se centraron en los diferentes fenómenos de la vida económico social de los siglos XI al XIII, que fueron los auténticos móviles de éstas.
La difícil situación de las masas populares de Europa occidental y los intereses comerciales de las ciudades del norte de Italia que participaban en estas expediciones son la verdadera clave de los hechos. Asimismo se piensa que el Papado fue impulsado a organizar las cruzadas por razones políticas, como la necesidad de elevar su prestigio en la lucha contra los emperadores germanos y de lograr la reunificación de la iglesia ortodoxa griega con la romana distanciadas durante siglos.
El tema de las cruzadas es fundamental dentro de la historia medieval de Europa, por lo que se ha dividido en diversos artículos, que se irán colgado cada semana.
En la primera mitad del siglo XI las invasiones turcas, condicionadas por la descomposición señorial del Imperio de Bagdag y la crisis del Imperio chino de los Tang, arruinaron, a la vez, el Imperio bizantino y el mundo islámico. Tales invasiones estrangularon las relaciones entre Bizancio y las ciudades rusas y, en consecuencia, con los países del Norte, así como los caminos de caravanas que unían Constantinopla con el Asia Central por el puerto de Trebisonda. En líneas generales, ello implicó para Bizancio el desencadenamiento de una grave crisis económica que a su vez influyó decisivamente en las perturbaciones políticas que comienzan a manifestarse a mediados de siglo.
A partir del año 1050, la situación de los mundos bizantino e islámico puede definirse como verdaderamente crítica. Por las mismas fechas, el planteamiento del conflicto de las Investiduras condiciona la descomposición del Sacro Imperio, la anarquía feudal en el Reich alemán. En Occidente, en cambio, se registra un verdadero proceso de renovación, fraguado en los cuadros de la sociedad feudal y particularmente notable en el aspecto espiritual (reforma cluniacense, trayectoria del Pontificado hacia el gregorianismo) y económico (aumento demográfico, intensificación de los cultivos, renacimiento industrial y mercantil). Esta recuperación de la Cristiandad occidental, en contraste con la crisis que afecta al Imperio bizantino y al conglomerado islámico, constituye el rasgo decisivo de la historia en el siglo XI.

13.11.04

La tragedia del Hindenburg.


Ante los progresos de la aviación, Alemania no quiso quedarse atrás y construyó un dirigible de grandes dimensiones (que en realidad sería el mayor zepelin de la historia) con la intención de establecer una línea entre Hamburgo y Nueva York, que comenzó a funcionar en 1936. A este colosal dirigible se le denominó Hindenburg y poseía mejores comodidades que los trasatlánticos.
En aquella época, y por expresa orden del presidente Rooselvet, los Estados Unidos dejaron de suministrar a Alemania el gas helio, siendo sustituido por el hidrógeno, peligrosamente explosivo.
Sobre las 19,25 horas del 6 de Mayo de 1937, en la localidad de Lakehurst (no lejos de Nueva York), el enorme dirigible se disponía a amarrar al mástil, tras la travesía del Atlántico, cuando se incendió de pronto por razones desconocidas. Un descomunal globo de fuego explotó en el gigantesco "huso", que en pocos segundos se abatió por tierra, con espantosos estruendos, quedando reducido en poco tiempo a un incandescente esqueleto metálico. Murieron 36 personas, lo cual colocó este siniestro a la cabeza de los accidentes de la aviación civil.
El fuego se atribuyó a una descarga eléctrica causada por un rayo al entrar en contacto con alguna fuga de hidrógeno. Pero el sabotaje nunca se descartó. Las causas nunca podrán ser establecidas con exactitud, pero lo cierto es que aquel día el clima era magnífico y sin nubosidad alguna. Se dijo que cerca de Lakehurst se observaron dos aviones a poca distancia del dirigible, pero la investigación aclaró que en ningún caso se trataba de aparatos militares. Puede, incluso, que haya habido una imprudencia.
Esta siniestro impresionó dolorosamente a todo el mundo ya que, esperando el aterrizaje, aparte de periodistas y locutores de radio se hallaban algunos fotógrafos y cámaras de cine, con lo cual las imágnes dieron en poco tiempo la vuelta al mundo; por su parte los radioescuchas, horrorizados, iban recibiendo en directo impresiones de la tragedia.
Como para el gobierno americanos, las causas del accidente estaban claras, no se dieron muchas facilidades al embajador alemán para realizar una amplia investigación. Pero fuera cual fuese la causa del accidente, jamás un dirigible volvería a llevar pasajeros.

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